Cierra los ojos… activa tu imaginación… y piensa que estás conduciendo alguno de los coches más caros del mundo.
No me lo digas… seguro que te has sentado al volante de algún Ferrari LaFerrari, McLaren P1, Porsche 918 Spyder, Lamborghini Veneno, Bugatti Veyron, Pagani Huayra… coches poderosos, potentes, tecnológicamente imponentes, rápidos, emocionantes… y caros, muy caros.
Sin embargo, hay un coche cuyo precio de subasta nos permitiría comprarnos todos a la vez. Y todavía nos sobraría mucho dinero. Un coche con más de 50 años de historia, con muchas batallas sobre su mecánica, tecnológicamente mucho más sencillo y no tan rápido y eficaz, aunque probablemente igual de emocionante y suficientemente rápido para despertar todos los sentidos y ponerte los pelos de punta, tan revueltos como los del “Cavallino rampante” más rebelde que se te pueda ocurrir.
Se trata de un Ferrari 250 GTO Berlinetta de 1962 (Chasis 250.GT.3871) que se convirtió, a finales de 2014, en el coche subastado más caro de la historia. Su actual propietario pagó nada menos que la escandalosa cifra de 38.115.000 dólares (unos 35.058.000 euros) en una subasta realizada por Bonhams en el Quail Lodge de Monterey (California – EEUU).
Aunque la cifra puede parecer irracional en cualquier circunstancia, lo cierto es que el coche en cuestión partía con un precio de subasta todavía superior, estimado en 50 millones de dólares. No en vano, se especula que otros Ferrari 250 GTO han alcanzado anteriormente cifras de hasta 52 millones de dólares (unos 47.800.000 euros) en ventas privadas, a puerta cerrada.
Explicar cómo ha alcanzado semejante valor resulta realmente complicado, pero el poder del dinero y la necesidad de alcanzar la máxima exclusividad lleva a los compradores más adinerados del mundo a adquirir coches tan especiales para sus exclusivas colecciones de autos clásicos.
El hecho de que no se había subastado ningún otro Ferrari 250 GTO desde hace décadas sea, probablemente, una de las claves de su cifra astronómica.
El precio alcanzado también esta condicionado porque el 250 GTO subastado había pertenecido al mismo propietario durante los últimos 49 años y todo su historial deportivo estaba perfectamente documentado. También el hecho de que no se trata de un coche restaurado, sino que ha sido una unidad perfectamente mantenida a lo largo de todos sus años de competición.
El Ferrari 250 GTO Berlinetta es un deportivo producido en Maranello entre los años 1962 y 1964, del que tan solo se fabricaron 36 unidades que fueron destinadas, principalmente, al mundo de las carreras, aunque también era apto para circular por carretera. Las siglas “GTO” correspondían a la denominación de “Gran Turismo Omologato”, puesto que Ferrari desarrolló esta versión especial evolucionada para poder homologar en competición numerosas mejoras introducidas en su 250 GT “Berlinetta”.
El Ferrari 250 GTO fue homologado en 1962 para participar en el Campeonato del Mundo de GT, dentro de la categoría de “3 Litros”, la competición de resistencia más importante de la época.
Producido de forma selectiva en Maranello (el propio Enzo Ferrari seleccionaba a los compradores) y carrozado por Sergio Scaglietti en sus instalaciones de Módena, el evolucionado modelo biplaza debutó en la temporada de 1962 y obtuvo el título de campeón de la categoría GT durante tres años consecutivos (1962, 1963 y 1964).
Ferrari fabricaba un total de 33 unidades del 250 GTO Berlinetta entre 1962 y 1963, cuatro de los cuales fueron modificados posteriormente, para introducir los mismos cambios realizados en la carrocería de las tres unidades producidas en 1964.
Así pues, los 36 Ferrari 250 GTO producidos entre 1962 y 1964 montan el motor 3.0 V12 original (300 CV), mientras que tres unidades adicionales fueron fabricadas con un propulsor 4.0 V12 (Ferrari 330 LM Berlinetta de 390 CV).
Sin duda, todos ellos serían capaces de hacer soñar a cualquier amante de los automóviles, aunque conservar el estado original que tenía en el momento que fue fabricado es especialmente valorado por los coleccionistas y tiene mucho que decir en el precio que alcanza a la hora de ser vendido.
