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Leyendas del pasado IV: Bernd Rosemeyer I

Un relato de El Abuelete del M3 - 21 agosto 2013

Vestido para la oportunidad (1934)

Bajo la dirección y el diseño de Ferdinand Porsche, en la fábrica de Horch (en Zwikau) se ha desarrollado un revolucionario coche de Grand Prix destinado a competir en la nueva Fórmula 750 que se estrenaba en 1934.

Sus características principales son una aerodinámica trabajada en el túnel de viento, unas novedosas suspensiones de tipo independiente a las cuatro ruedas y el reparto de pesos que proporciona situar a la espalda del piloto un poderosísimo motor de 16 cilindros. Ha nacido el primer Auto Union Type A y Bernd Rosemeyer sueña con pilotarlo.

Tanta es su insistencia que, el jefe deportivo de Auto Union, Willy Walb, accede a celebrar una jornada de pruebas en Noviembre (1934), una vez acabada la temporada en la que el piloto oficial de la marca, Hans Stuck, ha llevado el bólido de los cuatro aros hasta la victoria en los Grand Prix de Alemania, Suiza y Checoslovaquia.

Cuentan sus biógrafos que, el día de la prueba, Rosemeyer se presentó en el circuito de Nürburgring vestido con su mejor traje y el propio Willy Walb se mostró extrañado, a lo que el joven Bernd respondió que consideraba tan importante el momento que había querido “vestir bien para la ocasión”.

Dudando si aquello no resultaría una locura, Walb autorizó la salida a pista de aquel joven que jamás había conducido hasta entonces ningún coche remotamente parecido a la bestia que ahora iba a poner en sus manos.

Bernd Rosemeyer tenía un as en la manga, pues conocía sobradamente el difícil trazado alemán, ya que había disputado sobre él varias carreras en motocicleta. Pronto comenzó a demostrar una capacidad de control sobre el Auto Union que solamente se vio interrumpida con un doble trompo que le colocó fuera de la pista.

En el “box” comprobaron que el bólido no había sufrido daños importantes, pero el patrón aún dudaba si debería continuar la sesión. Una mirada a la toma de tiempos le convencieron de que aquel joven encerraba un potencial que no sería inteligente desaprovechar.

En los giros posteriores, Rosemeyer pareció haber encontrado la clave para domesticar a la bestia y pronto sus tiempos igualaron a los del experimentado Hans Stuck. Ante ello, Walb decidió contratar a Rosmeyer como piloto de reserva, completando una escuadra en la que, además de Stuck, tendría que disputarles la titularidad para la temporada de 1935 a pilotos tan consagrados como Achille Varzi y Paul Pietsch.

El peculiar comportamiento del Auto Union sobre la pista, que había puesto en apuros a grandes pilotos que lo probaron, fue asumido por Rosemeyer como una característica propia de todos los coches de carreras.

Sin duda la experiencia adquirida en aquellas primeras carreras sobre la ceniza de los circuitos de Speedway con la moto Zündapp le habían dotado de una sensibilidad especial para controlar el deslizamiento en las curvas, una de las señas de identidad de aquella bestia que él había conseguido domar en el primer encuentro.