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Leyendas del pasado IV: Bernd Rosemeyer I

Escrito por: Víctor M. Fernández - 21 agosto 2013

Un hombre con suerte

El 15 de Agosto de 1935 va a celebrarse la Coppa Acerbo en el Circuito de Pescara, una carrera en la que Bernd Rosemeyer finalizará en 2º lugar, por detrás de su compañero Achille Varzi. Tras lo sucedido durante la prueba, queda claro que el nuevo ídolo está amparado por la diosa Fortuna, incluso para el propio Rosemeyer.

Sus 25,8 km de trazado discurrían en gran parte por el casco urbano de la ciudad costera de Pescara y entre campos de cultivo donde no había llegado todavía el urbanismo. La recta de Montesilvano, paralela a la playa, superaba los 6 Km de longitud y en ella se había dispuesto la primera “chicanne” artificial destinada a reducir la velocidad, tratando de evitar alguna catástrofe entre aquellos bólidos capaces de superar los 300 km/h en esas distancias. Completar sus 20 giros recorriendo para ello una distancia de 516 km constituía en sí mismo una proeza en la que pocos resultaban indemnes.

A la edición de ese año se presentaron únicamente 16 coches, con la ausencia del equipo Mercedes y parte de la Scudería Subalpina (Maserati), por lo que los tres Auto Unión Type B 5.6 V16 de Hans Stuck, Achille Varzi y Bernd Rosemeyer habrían de enfrentarse a un conjunto variopinto de Alfa Romeo, Maserati y Bugatti de distintas especificaciones y procedencia.

Sin embargo, rivales como Tazio Nuvolari y Louis Chiron (sobre los Alfa Romeo Tipo B/P3 3.8) o como Philippe Etancelin (con un Maserati V8 RI 4.2 V-8) también resultarían feroces duelistas, con la ventaja de combatir en campo propio.

Otra de las “peculiaridades” de aquella prueba era la asignación de la parrilla por sorteo y, en aquel reparto, a Bernd Rosemeyer le correspondió el décimo puesto, último de la parrilla de los coches de Grand Prix. Tazio Nuvolari (Alfa Romeo), Achille Varzi (Auto Union) y Louis Chiron (Alfa Romeo) partían respectivamente desde las tres primeras posiciones.

En la salida, Nuvolari y Chiron toman la delantera, pero Varzi impone ya la potencia de su Auto Union en la segunda vuelta y se sitúa en cabeza hasta alcanzar el triunfo. Por detrás, Bernd Rosemeyer ha conseguido escalar hasta la segunda posición pero, al intentar superar a Nuvolari en una arriesgada maniobra, su bólido  se sale de la pista y destroza los neumáticos traseros. Tras cambiarlos en boxes, el piloto alemán se reincorpora de nuevo a la lucha.

En la octava vuelta, vuelve a salirse del trazado al bloquear las ruedas en una frenada y el Auto Union pasará desbocado entre el parapeto de un puente y un poste del telégrafo, antes de volver a la pista. Tras una nueva remontada, Rosemeyer consigue alcanzar la meta en segunda posición, a 3m 21,6s del ganador (Varzi) y por delante de Antonio Brivio (Alfa Romeo Tipo B/P3 3.5) al que distancia en 6 minutos. Son ellos los que ocupan el podio y los únicos capaces de completar las 20 vueltas del peligroso circuito italiano.

Enterado del lance en la carrera, Ferdinand Porsche (ingeniero entonces de Auto Union) se acerca al lugar de la salida de pista y comprueba que el hueco existente entre el poste y el pretil del puente por el que se ha metido el coche de Rosemeyer ofrecía un margen de tan solo dos centímetros. Al regresar al box, el ingeniero le palmea con afecto por haber superado el lance sin daños para el equipo y para él mismo.

Decididamente, la suerte había jugado a favor de Bernd Rosemeyer en aquella ocasión.