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Leyendas del pasado IV: Bernd Rosemeyer I

Un relato de El Abuelete del M3 - 21 agosto 2013

El honor de Auto Union

Tres semanas después (16 de Junio de 1935), se reunían en el circuito de Nürburgring los mismos actores, excepto Tazio Nuvolari, que intentaba establecer un nuevo récord de velocidad con el Alfa Romeo “Bimotore” en Italia. La carrera del “IX ADAC Eifelrennen” estaba programada a 11 vueltas sobre sus temibles 22,810 km de desarrollo por vuelta y aquel iba a ser el escenario del nacimiento de un nuevo héroe para las masas, en un duelo inverosímil.

Las prácticas de calificación sitúan en esta ocasión a Bernd Rosemeyer en el 12º lugar de la parrilla, muy por detrás de su jefe de filas, Hans Stuck, que marca una nueva pole, seguido de los Mercedes de Von Brauchitsch y Rudolf Caracciola.

El día de la carrera, llueve sobre el trazado de Nürburgring y, regulada por primera vez por semáforo en ese circuito, se produce una salida bastante caótica en la que, cada cual, intenta buscar el hueco que le lleve a la cabeza. Incluso Stuck resulta sorprendido en su reacción y se ve rebasado por tres Mercedes W25 de sus rivales.

Las condiciones meteorológicas son extremas, se alternan la lluvia torrencial con momentos de fuerte sol y varios pilotos comienzan a tener problemas mecánicos (principalmente eléctricos) en sus bólidos, entre ellos los tres compañeros de Rosemeyer.

En ese momento, el hombre que apenas había disputado hasta la fecha unas pocas vueltas en dos carreras de GP se encontró defendiendo el honor de Auto Union él solo. En pelea con todos sus rivales más experimentados, el joven Bernd Rosemeyer no precisó ningún estímulo ajeno para comprender que había llegado el momento de lanzarse al ataque.

Partiendo decimosegundo, al completar la primera vuelta lo había hecho en el noveno puesto, dos vueltas después ya era séptimo y, cuando desde boxes le llega el aviso de que es el único piloto de Auto Union en pista, ya es quinto.

La sucesión de abandonos y su empuje bajo los elementos le llevaron a situarse en cabeza cuando apenas restaban tres vueltas para el final, rebasando frente a la tribuna principal a un Rudolf Caracciola en el cénit de su popularidad, que no alcanzaba a entender qué estaba sucediendo.

Con su reacción frenética, ante el atrevimiento del recién llegado, empleándose a fondo sobre su Mercedes W25, Caracciola no consigue superar a su nuevo rival de Auto Union en las dos vueltas siguientes, a pesar de que Rosemeyer había sufrido la rotura del parabrisas y tan solo funcionaban 14 de los 16 cilindros en el motor de su Auto Union Type B.

Ha de ser en la última vuelta, saliendo de “Schwalbenschwanz”, donde el acosado Rosemeyer cometa un error de cambio, engranando a destiempo una marcha y en ese momento es superado por Caracciola, que alcanza la bandera de cuadros con una ajustadísima diferencia de 1,9 segundos, tras más de dos horas de confrontación en las condiciones que impone, siempre, el viejo Nürburgring.

Muchos miles de apasionados espectadores habían soportado la inclemencia del tiempo y habían visto conducir los indomables Auto Union como nadie lo había conseguido hasta entonces. Para esa multitud acababa de nacer un nuevo ídolo y, para la marca de los cuatro aros, un nuevo piloto oficial.