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Daniel Ricciardo ganó despacito. GP de Mónaco 2018

Un relato de El Abuelete del M3 - 29 mayo 2018

Tras la entrega de trofeos en el podio, donde el Príncipe Alberto y su esbelta Charlene ofician como sumos sacerdotes de la ceremonia en ese templo de la Fórmula 1 que es el GP de Mónaco, Adrian Newey, risueño, se tapa la nariz para beber champagne del botín sudado de Daniel Ricciardo (Red Bull), vencedor en la carrera más lenta de su vida.

Es paradójico que el hombre que había marcado la “pole” más rápida de la historia sobre el circuito de Montecarlo (1 m 10,810 s) haya conseguido la segunda victoria de la temporada “ensanchando” hasta el límite con su trazada la afilada anatomía de un Red Bull RB14 de prodigiosa aerodinámica, al que el corazón de su TAG Heuer Renault, le robaba 160 CV de potencia y un par de velocidades en buena parte de la carrera.

 

 

 

 

 

Durante dos angustiosos tercios de las 78 vueltas programadas, el sonriente “aussie”, sin perder ni un segundo la concentración, fue capaz de contener a sus perseguidores y alcanzar la bandera de cuadros en la misma primera posición de la que había partido.

Pocas veces en la temporada puede darse la circunstancia de que los seis primeros clasificados de la “Qualy” mantengan en la llegada ese mismo orden en la meta y eso es lo que ha ocurrido en este Gran Premio en el que un arrollador Daniel Ricciardo (Red Bull) dominó todas las tandas libres desde el jueves, dispuesto a quitarse una espina clavada desde 2016, tras aquel interminable “pit stop” que le robó la victoria bajo la lluvia.

En los “Libres 3” del sábado, un gesto excesivo e inútil de Max Verstappen, estrellaba su Red Bull en la difícil salida de “la piscina”, demostrando con ello una falta de madurez o un exceso de impulso que ya empieza a preocupar en la escuadra energética, a la que privó con ese tropiezo de un probable doblete sobre la línea de partida, al no poder participar en la tanda de clasificación.

Quizá por ello, era el Ferrari de Sebastian Vettel el que ocupaba la segunda plaza y el Mercedes de Lewis Hamilton (3º) se emparejaba con el Ferrari de Kimi Räikkönen (4º).

 

 

 

 

 

Les seguirían en las posiciones de salida Valtteri Bottas (Mercedes) y un brillante Esteban Ocon (Force India), mientras la 7ª plaza era para Fernando Alonso (McLaren), codo a codo con el Renault de Carlos Sainz, siendo Sergio Pérez (Force India) y Pierre Gasly (Toro Rosso) los que cerraban los lugares de preferencia en la parrilla.

Milagros aparte, el primer paso por “Santa Devota” se producía tan ordenado que los aficionados empezaban a cavilar si todo este “tiovivo multicolor”, que se monta año tras año, está pensado para la emoción de un gran premio o para mostrar el glamouroso postureo en el que egos y vanidades exageradas encuentran la excusa perfecta para el comienzo de temporada del exclusivo “chiringuito veraniego” de los Grimaldi.

Es posible que sean tan importantes, unas y otras, las razones por las que son ya 76 los Grandes Premios de Mónaco que nos señalan las pancartas, recordando que, aún antes de que naciera la Fórmula 1 en 1950, hubo duelos inenarrables en los que, en plenos años 30, figuras legendarias como Achille Varzi, Rudolf Caracciola y Tazio Nuvolari escribieron ya relatos de epopeya con los estrechos neumáticos de aquellas legendarias “Flechas de Plata”, Auto Union y Alfa Romeo.

 

 

 

 

 

Quizás sea el recuerdo de aquello lo único que justifica esto o quizás haya que empezar a preocuparse por el futuro de una competición donde los bólidos más rápidos de la historia, rebosantes de tecnología y electrónica, son “capados” por estrategias conservadoras de las marcas, que imponen tácticas para asegurar resultados.

Eso es, en mi opinión, lo que ha ocurrido en este Gran Premio de Mónaco 2018 para que un Red Bull mutilado, sin potencia, no fuera avasallado por ninguno de los que, en teoría, deberían haberle “quitado las pegatinas”, aún a riesgo de dejar las suyas impresas en el “guarda rail” de Mónaco.

También debe haber ayudado el errático comportamiento de los neumáticos Pirelli sobre un destemplado asfalto (todos los “pit stops”).

Entretanto, Fernando Alonso se encontraba acariciando un posible 6º lugar en la meta, cuando su McLaren-Renault cedió, por primera vez en la temporada, llevando una nueva frustración al ánimo del piloto asturiano, cada vez más cerca de otras experiencias, cada vez un poco más lejos de ese tercer campeonato con el que tenía todo el derecho a soñar.

 

 

 

 

 

A falta de espíritu de lucha entre los grandes, hay que resaltar actuaciones como las de Carlos Sainz Jr (Renault), que obedecía órdenes de equipo y cedía su posición a Nico Hülkenberg (Renault), para asegurar con sus 8º y 10º lugar en meta unos puntos necesarios para su escudería.

Magníficos también Esteban Ocon (Force India), Pierre Gasly (Toro Rosso) e incluso el mismo Max Verstappen (Red Bull), expiando sus culpas desde la salida en línea de “pit” hasta pasar la bandera de cuadros en un 9º lugar, después de una cabalgada impecable por el estrecho desfiladero callejero.

De los seis primeros, merece mi mejor elogio Daniel Ricciardo (Red Bull), que había sido un relámpago al que se le esfumaron los voltios en plena tormenta y, aún así, pudo aguantar el medido envite de sus perseguidores, sin perder la sonrisa, sudando sus botines para ofrecerle el trago de la victoria más lenta a Adrian Newey, mago de la velocidad, aun con la nariz tapada.

CLASIFICACIÓN FINAL GP DE MÓNACO 2018

1º Daniel Ricciardo (Red Bull-Tag Heuer Renault), 78 vueltas en 1 h 42 m 54,8 s

2º Sebastian Vettel (Ferrari), a 7,3 s

3º Lewis Hamilton (Mercedes), a 17,0 s

4º Kimi Räikkönen (Ferrari), a 18,1 s

5º Valtteri Bottas (Mercedes), a 18,8 s

6º Esteban Ocon (Force India-Mercedes), a 23,6 s

7º Pierre Gasly (Toro Rosso-Honda), a 24,3 s

8º Nico Hülkenberg (Renault), a 24,8

9º Max Verstappen (Red Bull-Tag Heuer Renault), a 25,3 s

10º Carlos Sainz Jr (Renault), a 1 m 09,0 s

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