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Conducción sin controles = conducción descontrolada

Escrito por: Víctor M. Fernández - 26 octubre 2013

Por si no tuviera ya suficiente “coche” con los cursos de conducción, las presentaciones de producto y las actividades en circuito (los famosos “track days”), el otro día me apunté a un evento de conducción que se iba a realizar en la pista de pruebas del INTA (Michelin Passion Day). ¿Será alguna extraña enfermedad?

Para mi sorpresa, era uno de los 400 afortunados seleccionados y recibía la invitación de asistir a esta prueba organizada por Michelin con la colaboración de mis colegas y también amigos del Grupo Motorpress.

Conozco bien las instalaciones del INTA (Madrid), había tenido contacto con algunos de los “morlacos” empleados para las pruebas (Porsche Cayman, Audi RS4, Audi RS5, Audi RS6, Jaguar F-Type, BMW M135i…) y también conozco muy bien los neumáticos Michelin Pilot Super Sport empleados para las pruebas (por cierto, excelentes en todos los aspectos), pero hoy iba de invitado y tocaba disfrutar de la conducción en un evento en los que suelo estar de “sufridor”.

Y digo de “sufridor” porque hoy he vuelto a comprobar lo atrevido que es el personal a la hora de enfrentarse “contra” coches tan rápidos y potentes como los que había en la prueba.

El primer grupo, la primera prueba, el primer participante… ha comenzado ya con el primer trompo, afortunadamente sin más consecuencia que el ridículo realizado. Pero no ha terminado ahí. Después han seguido deleitando al personal con nuevas pérdidas de control pese a la insistencia de los instructores de que, por favor, no se desconectaran las ayudas electrónicas.

Lo mejor de todo es la explicación que daba al respecto cada “piloto” implicado en la maniobra, intentando justificar su descontrol (realmente para escribir un manual del disparate).

Dicho esto y, con el único ánimo de ayudar y hacer crítica constructiva, he de volver a recalcar el atrevimiento de una buena parte de conductores que, lo primero que han hecho, ha sido desconectar esas ayudas electrónicas que tanto necesitaban.

Siempre he dicho que, las ayudas electrónicas empleadas en la actualidad en la mayor parte de los vehículos (especialmente el control de tracción y control de estabilidad), son las responsables de que los fabricantes se hayan atrevido a fabricar y vender en sus concesionarios coches tan potentes… de 300, 400, 500, 600, 700, 800 y hasta 1.000 CV en algunos casos.

Afortunadamente, la mayor parte de los conductores manejan hoy en día coches que cuentan con dichas ayudas electrónicas y no siempre son conscientes de cómo les ayudan y “perdonan” muchos de sus errores al volante.

Por eso siempre digo que, quien desconecte los controles electrónicos, debe tener muy claro lo que está haciendo. Es tal la escalada de potencia alcanzada en los coches de calle que ya no solo basta con creerse un buen piloto para dominar tanta “caballería” (hay que ser bueno de verdad), pues lo más normal es que la máquina nos acabe superando si no hacemos lo que toca cuando toca y en su justa medida.

Y la experiencia me vuelve a demostrar que, aspectos como la progresividad a la hora de gestionar el acelerador (imprescindible en coches muy potentes), la finura con el manejo del volante e, incluso, el sentido común, brillan por su ausencia en una buena parte de las ocasiones, confiados en que son nuestras “expertas manos” las que dominan la fiera cuando, en realidad, son los controles electrónicos los que nos van “perdonando la vida”.

Las ayudas electrónicas no hacen el coche más estable, pero sí permiten que lo controlemos con más facilidad, especialmente cuando solicitamos con el acelerador más potencia de la que nos permite la adherencia.

Si los protagonistas del “descontrol” han aprendido la lección, habrá servido para algo la experiencia (les falta todavía mucho que aprender). Si siguen pensando que la perdida de control se debe a esas explicaciones tan incongruentes que comentaban, volverán a darse un nuevo susto la próxima vez que prescindan de las ayudas electrónicas (y esperemos que sólo quede en susto).

Hoy hemos vuelto a comprobar que, en la mayor parte de los casos, la conducción sin controles acaba convirtiéndose en una conducción descontrolada. Tomemos nota 😉

  • 6 comentarios

    • Javier Martín dijo:

      Yo tengo un amiguete de esos que ponen escusas. Dice que el ESP (uno de los mejores asistentes creados) es un pijeria sacacuartos y un peligro. Que una vez se le fue el coche y que al controlarlo le salto el ESP y casi se la pega. Vamos, que es más rápido de reacciones que un sistema electrónico.

      Además, es de esos que alaban elementos como el sensor de lluvia y luces. Que eso si es un invento y no el ESP, que es muy peligroso.

      Por supuesto, procuro no hablar mucho de coches con él…

      • Víctor M. Fernández dijo:

        Hola Javier.
        Desgraciadamente, la ignorancia es atrevida en la mayor parte de los casos y, en este caso, tu amiguete desconoce realmente las características del control de estabilidad «ESP» y lo que aporta.
        A día de hoy, con las ayudas electrónicas de última generación (ya hace algún tiempo), los controles superan con creces la pericia del conductor/piloto más experimentado, básicamente por que son capaces de trabajar con mayor rapidez y precisión (cuando están bien puestos a punto).
        Elementos como el «ABS» o el «control de tracción» se utilizan en coches de carreras como los GT´s (con una puesta a punto de competición), básicamente por que consiguen una mayor eficacia en muchas situaciones.
        En otros casos, las ayudas electrónicas están prohibidas para evitar que sea una lucha entre ingenieros y mantener la lucha entre pilotos, demostrando así su nivel de pilotaje.
        En el caso de los coches de calle, no hay nada que demostrar en la carretera. Seamos buenos o malos «pilotos», la ayuda que nos prestan en un momento determinado es incuestionable en cuanto a seguridad (quien no lo tenga claro, es por simple desconocimiento).
        Obviamente, las ayudas electrónicas de un Porsche 911 no trabajan igual que las de un Toyota Auris (por poner un par de ejemplos), pues los ingenieros se esfuerzan en ofrecer una puesta a punto adaptada al tipo de conductor que va a conducirlos (las del Porsche serán más permisivas con el deslizamiento y las del Auris pararán el coche en cuanto comiencen a deslizar los neumáticos).
        En determinadas situaciones de conducción deportiva, puede ser útil desconectar las ayudas electrónicas, pero entonces debemos de tener muy claro si verdaderamente seremos capaces de dominar la «fiera». Y, vuelvo a decir, mi experiencia me dice que, en la mayor parte de los conductores, la «caballería» les arrolla cuando le buscan las cosquillas sin ayudas electrónicas.

    • Javier Martín dijo:

      Personalmente son cosas que tengo muy claras. Prefiero gastarme 1.000 € en sistemas de seguridad, en lugar de comprar como hacen la mayoría, el techo solar o el equipo de audio con «chopocientos» altavoces.

      Hace relativamente poco, tuve la oportunidad de acudir a la BMW Driving Experience, donde nos dejaron un 330d en el circuito del Jarama (no habia rodado nunca ahi y me encantó!!) y en ningún momento se me ocurrió quitarle las ayudas. Y eso que 258 CV con un poco de cabeza son controlables. Pero con un poco de cabeza, sin pasarnos de listos.

    • Alberto Lorenzo dijo:

      Nunca se me olvidara la fabulosa lección que me dio el autor de este artículo, al dar una vuelta rápida en el Jarama, cuando le pregunte si iba a ir sin controles y me contesto ¿para qué?, sí haces las cosas bien, las ayudas no entran y siempre tienes un poco más de margen de error. Chapeau Víctor.

    • CarlosY dijo:

      Ese último argumento es incontestable. Por cierto, Pedro de la Rosa decía que todo el mundo debería conocer cuáles son los límites del coche que cada uno conduce para no sobrepasarlos. Se refería a coches de calle, claro. Y tiene mucha razón. Hay quien se los imagina y pasa lo que pasa.

      • Víctor M. Fernández dijo:

        Hola CarlosY.
        Lo que decía Pedro de la Rosa tiene todo el sentido del mundo. El problema viene porque los coches de calle han alcanzado en la actualidad unos límites dinámicos tan altos que requieren manos realmente experimentadas para ser explorados.
        Que cualquier conductor quiera explorar los límites de un Porsche 911 Carrera S (400 CV), un Jaguar XKR-S (550 CV), un BMW M6 (560 CV) o un Ferrari 458 Italia (570 CV) sin ayudas electrónicas (o incluso con ellas) acaba en desastre casi seguro.
        A las pruebas me remito 😉