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Elogio de «el tuercas»

Un relato de El Abuelete del M3 - 2 julio 2012

En mi crónica anterior, referida a ese enloquecido GP de Europa 2012 en Valencia, se quedó perdido en el teclado del ordenador un lance de carrera que pudo tener su importancia en el resultado de la disputa entre Fernando Alonso y Lewis Hamilton, si bien creo que ese día el de Ferrari habría superado también sobre el asfalto lo que el equipo  McLaren le regaló en el “pit lane”.

La salida del “Safety Car” en la vuelta 29 provocó la entrada en boxes de varios corredores que aprovecharon el ordenado desbarajuste que se produce con la reglamentación actual para realizar el cambio de gomas sin penalizar tiempo.

Vimos cómo Hamilton y Alonso entraron en el “pit” y, mientras el Ferrari quedó alistado en apenas un relámpago, en el box de McLaren ocurrió algo que se viene repitiendo con alguna frecuencia esta temporada cuando hace su entrada el británico.

En esta ocasión, el que falló fue el hombre encargado de levantar la parte delantera del afilado bólido. Una imprecisión en sus movimientos, una aparente torpeza y unos preciosos segundos que permitieron a Fernando Alonso, incrédulo, adelantar sin pelea a uno de sus rivales más temibles. Bastante lucha le esperaba ya en la pista tras el reagrupamiento provocado por la entrada del “Safety”.

Del mismo modo que oímos quebrarse la voz emocionada del asturiano instantes después de recibir la bandera de cuadros y vimos sus lágrimas y su agotamiento sobre el podio, a mí me impactó un primer plano de televisión mostrándonos la imagen de uno de esos seres con apariencia extraterrestre que pueblan el box de McLaren.

Es imposible saber con certeza si tras la plateada máscara se encontraba el causante directo del desastre, pero lo que es seguro es que el ser viviente oculto tras ella, sufría.

No es la primera vez que, en lo que va de temporada, Hamilton ha visto cómo la aparente torpeza de algún miembro del equipo le ha obligado a intentar recuperar en pista lo perdido en el “pit”. Tampoco ha sido el único, ni lo será en futuras carreras.

¿Qué seguidor de la Fórmula 1 ha olvidado lances similares en los pasos por boxes de los pilotos en momentos cruciales de la competición?

YouTube está salpicado de imágenes espectaculares e insólitas en torno a esa liturgia, a esa danza compleja y bellísima que se produce en cada carrera y en la cual, a veces, el traspié de un miembro del conjunto se convierte en drama, incluso en tragedia.

Puede resultar ocurrente bautizar como “el tuercas” a todo aquel que comete el error en un momento clave, puede parecer hasta divertido, pero es tremendamente injusto.

Con el paso del tiempo, la complejidad de la competición ha ido transformado la Fórmula 1 en un espacio donde hace ya muchos años no tiene cabida el fornido mecánico con boina, cigarro encendido y grueso martillo desenroscando a golpes la tuerca única que portaba el Maserati 250 F de Juan Manuel Fangio en aquella enloquecida carrera del Nürbürgring de 1957 en la que, para enjugar su pachorra y torpeza, hubo de jugarse el argentino el todo por el todo, hasta alcanzar su triunfo más recordado y la quinta corona de su reinado.

Hoy, todo ese movimiento de ballet que se despliega en cada maniobra en el “pit lane” está pensado, ensayado y medido hasta la extenuación. Hombres y herramientas robándole décimas al crono. Pero, a veces, el hombre o la herramienta también fallan.

Una tuerca o pieza de carbono mal alineada y surge el desastre en unas décimas de segundo. El hombre al que su herramienta o su aparente falta de coordinación señalan como culpable teme que, desde el anonimato de sus cascos protectores, el resto del equipo le culpe, y que su jefe de equipo le haga después algún educado reproche por ese fallo entre tantos aciertos.

Puede que ocurra, pero es totalmente injusto, sea en la Fórmula 1, ahora más regulada, o en cualquier otra disciplina del motor. Los mecánicos de un equipo de carreras suelen ser una de las mayores muestras de vocación, gente que vive entre ruidos atronadores, capaces de sacrificar horarios y alimentación bajo cualquier clima y circunstancia.

Gente que, a media noche, lloviendo, han emprendido un viaje de más de 600 km, ida y vuelta, para recoger una pieza imprescindible y montarla antes del “warm-up”, para que su piloto pueda salir a disputar una carrera que ellos probablemente no van a ver desde su puesto de trabajo. Yo lo he vivido con ellos.

Luego, si su esfuerzo recibe la recompensa del podio, podrán tener su momento de gloria, agotando el champán sobrante del habitual remojón entre pilotos y podrán acariciar fugazmente ese trofeo para el que ellos no tienen ninguna vitrina propia.

Sin “los tuercas”, la pasión del automovilismo deportivo sería imposible. Para ellos, mi cariño y mi respeto.

  • 2 comentarios

    • Manolo dijo:

      Después de 800 ensayos de pitstops en McLaren sería de risa que volvieran a fallar.
      Menuda paliza se han dado.
      Hay que convenir que es un factor más a tener en cuenta en cada carrera.
      Una veces es la lluvia , otra la estrategia, otra la salida de pista y así un montón de circunstancias. Y por supuesto …..SUERTE.
      Saludos

    • El Abuelete del M3 dijo:

      Hola Manolo, puede que el fallo llegue en el ensayo 801,no lo deseo, o en el 34.678, pero ocurrirá y el que lo cometa se sentirá muy mal, pero es la naturaleza de la competición, cuando se va tan al límite en todo, los fallos son inevitables, aunque cada vez menos frecuentes.Saludos.