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El Buggy de mis sueños

Escrito por: Víctor M. Fernández - 13 febrero 2019

El mundo de los sueños es todo un misterio. ¿Cuándo soñaremos… en qué soñaremos… seremos capaces de recordar lo soñado? En mi caso, yo guardo en mi cabeza el recuerdo de dos sueños de los que conservo fugaces imágenes.

Uno de ellos fue al volante de un Lancia 037 Grupo B, con el que me pasé una noche derrapando a toda velocidad por un tramo de tierra que duró lo que duró aquel sueño.

Y el otro fue también a los mandos de otro coche especial, en este caso de un “buggy” que me hizo disfrutar, “pie en la tabla”, sobre las dunas de aquel idílico escenario recreado en mi imaginación, quizá sugestionado por la película “El caso de Thomas Crown” (1968), donde Steve McQueen surcaba las dunas de una playa al volante de un precioso Meyers Manx Dune Buggy modificado por los especialistas de Con-Ferr Manufacturing y potenciado con un motor Chevy Corvair de seis cilindros bóxer que rondaba los 230 CV.

Pues sí, los “buggies” forman parte de mis sueños desde que era niño, ese tipo de coche que me inspira diversión, conducción, emoción… y me dibuja una sonrisa cada vez que me cruzo con uno.

Probablemente sea Bruce Meyers el responsable de semejante devoción, pues de él partió en 1964 la genial idea de fabricar un coche que le permitiera divertirse por las playas de California al mismo tiempo que surcar los terrenos más complicados en conducción “off road”.

Tomando como base el chasis y la mecánica de un Volkswagen Escarabajo, fabricó una plataforma más corta de batalla, introdujo una suspensión adaptada para el campo y construyó una ligera carrocería monocasco en fibra de vidrio y colocó unas grandes ruedas.

De esta forma, los 54 CV del motor bóxer 1.500 de Volkswagen quedaban ampliamente “optimizados” con un peso de tan solo 570 kg, obteniendo así un vehículo muy ágil y eficaz fuera del asfalto.

 

 

 

 

 

Aquel primer buggy fue bautizado con el nombre de “Old Red” y Bruce Meyers marcó en abril de 1967 un récord al volante de su ingeniosa creación en la ruta entre Tijuana y La Paz (Baja California – México), prueba que acabó resultando precursora de la primera Baja 1000 pocos meses después (noviembre de 1967) y que también ganó uno de los tres buggies Meyers Manx inscritos oficialmente en la carrera.

Tal éxito deportivo le llevó a multiplicar el número de pedidos de sus “buggies”, ayudado también por la notoriedad alcanzada en los medios de prensa y por la aparición de Elvis Presley y Steve McQueen al volante de sus Meyers Manx Dune Buggy, hasta el punto de fabricar nada menos que 5.280 unidades antes de cesar su producción en 1971 (7.000 unidades en total, sumando la fabricación de otras versiones como el Meyers Tow’d, el Meyers Manx SR o el Meyers Manx Resorter).

Todos ellos estaban realizados sobre la base mecánica del Volkswagen Escarabajo, aunque también recurrieron a motores de Ford y a la mecánica del Chevrolet Corvair (seis cilindros bóxer 2.4 con 86 CV) para las unidades más potentes.

La elección del VW Escarabajo no fue casual, pues aportaba la posibilidad de contar con una base mecánica muy fiable (refrigerada por aire), que tenía suspensión independiente y que aportaba una enorme motricidad sobre las dunas de tierra, al tener el motor colgado por detrás del eje trasero.

A pesar de los infructuosos intentos de Bruce Meyers por patentar su creación, cerca de 300 fabricantes artesanales alrededor del mundo han copiado su exitosa fórmula a lo largo de la historia y uno de los más destacados en Europa fue Autohaus G. Kühn, que entre 1968 y 1990 comercializó los también espectaculares HAZ Buggy con mecánica de Volkswagen y Porsche.

 

 

 

 

 

El mercado español también sucumbió al encanto de tan singulares coches y Automóviles Hispano-Alemán (propiedad de Ben Heiderich) se dedicó a fabricar artesanalmente sus propios “buggies” en la década de los 70.

Recuerdo con cariño que mi padre me llevó a ver uno de ellos, que estaba expuesto en la tienda que Hispano-Alemán (entonces importador de Porsche en España) tenía en el Paseo de la Castellana.

Si la memoria no me falla (que no me falla), aquel “buggy” tenía un motor Porsche y llevaba las mismas esferas de instrumentación y los mismos mandos interiores que montaban entonces el Porsche 911 (Serie G). Quizá estuvimos viendo la misma unidad que disfrutó el Rey Juan Carlos I en su residencia en Mallorca.

Hubiera dado todo lo que tenía en mi “hucha” por montarme en aquel “buggy grande”, pues venía de hacer ya mis primeras manos al volante de un kart con forma de “buggy”, gracias al cual pude aprender la técnica del contravolante deslizando sobre caminos de tierra.

Años después pude cumplir el sueño de conducir uno de aquellos “buggies” que tanto me gustaban y tanto me siguen cautivando. Era un “buggy” más sencillo, con mecánica Volkswagen, pero la emoción que me generó fue casi la misma que si hubiera tenido un motor bóxer de Porsche.

El coche era de un amigo que lo utilizaba en la costa mediterránea, pero lo había traído unos días a Madrid, así que fueron las calles de la capital las que me sirvieron para probar aquella alucinante máquina, todo un verdadero “hierro” a nivel dinámico, pero un auténtico espectáculo a su paso por la gran ciudad, en donde uno debía abstraerse de las miradas para no acabar sonrojado en cada semáforo.

Mi romance con un “buggy” se volvió a producir casi una década después, cuando fui invitado por Peugeot a probar el futurista Peugeot Touareg (1996), un “coche concepto” de impactante diseño, con propulsión eléctrica y tracción 4×4, pero que la marca francesa nunca se planteó producir.

 

 

 

 

 

Desde entonces, mis encuentros con los “buggies” han sido fortuitos y la última foto con uno de ellos me la hice hace poco más de tres años, en el circuito de Llucmajor (Mallorca).

Pero seguro que no será la última, especialmente cuando fabricantes como Volkswagen parecen dispuestos a recuperar la magia de los “buggies”. La marca alemana ha anunciado que presentará en el Salón de Ginebra de 2019 (7 al 17 de marzo) un nuevo Volkswagen e-Buggy inspirado en aquellos “buggies” de los años 60 y 70, aunque adaptado a los tiempos que corren cinco décadas después, ya que cuenta con propulsión eléctrica.

De momento, no va a ser más que un prototipo, pero quien sabe si Volkswagen acabará decidiéndose a fabricar el “e-Buggy” cero emisiones del Siglo XXI.

Por si no fuera así, Bruce Meyers retomó en 1999 la producción de sus afamados “buggies” (Meyers Manx Inc.) y en la actualidad sigue comercializando nuevos modelos como el Meyers Manx New Classic (1999), Manxter 2+2 (2002), Manxter DualSport (2005), Kick-Out Traditional (2009) y Kick-Out SS (2009), todos ellos modernizados en su fabricación y mecánica, aunque mantienen intacta la esencia de aquel primer Buggy “Old Red” de 1964.

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