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Zona límite » Los relatos del abuelete del M3

El Renault Gordini y la serpiente

Un relato de El Abuelete del M3 - 17 marzo 2012

Todo comenzó un día de verano de 1967. La primavera anterior yo había comprado mi primer coche, un precioso Renault Dauphine Gordini de segunda mano, naturalmente, y cuya matrícula jamás podré olvidar (M-339159). Era el primer coche de la familia y, por ello, nos “tocó” acompañar durante su viaje de novios a una hermana de mi mujer y a su pareja, que se casaban en su tierra, Extremadura. Fue una boda “estilo pueblo”, allí no faltó de ná… comimos y bebimos como se hacía entonces y yo, que siempre he tenido un “saque” importante, ni os cuento.

Esa misma noche, los recién casados, mi mujer y yo nos montamos en nuestro flamante Gordini (“el coche de las viudas” lo llamaban) y nos fuimos huyendo del pueblo, porque a mi nuevo “cuñao”, unos bestias lo querían tirar al pilón antes de que se consumara el matrimonio. Así que nos fuimos a pasar la noche de bodas en Cáceres capital.

Yo no sé si fueron las curvas del viaje o que mis suegros habían contratado un banquete a base de productos caducados, pero lo cierto es que lo primero que yo visité de aquel fastuoso “Hotel/ Pensión” donde nos alojamos, fue su amplio cuarto de baño “compartido” para todas las habitaciones de la planta y donde me hice fuerte durante toda la noche, padeciendo la descomposición más espectacular de toda mi vida.

Allí, cada uno a lo suyo, mis nuevos cuñados a la coyunda, mi mujer esperándome en picardías y yo agotando el papel marca “Elefante” que te dejaba el culo como una lija y haciendo cálculos para saber si, cuando se agotara el papel higiénico, me bastaría hacer tiras el diario “Pueblo” que estaba leyendo para distraerme en mi soledad diarreica.

Así llegaron las claras del día y, a las siete de la mañana, otro huésped de aquel “palacio hostelero”, precursor de los hoteles con encanto, quiso hacer uso de su derecho de “habitación más cuarto de baño” y empezó a aporrear impaciente la puerta y a jurar por sus niños que tenía mucha, mucha prisa. Yo, que soy muy considerado y muy educado, por haber estudiado frente a un colegio de pago, le cedí el paso y supongo que ya se habrá repuesto del vahído, o a lo peor entró en coma y expiró solito, respirando aquella atmósfera de planeta gaseoso.

Lo cierto es que yo salí disparado hacia la calle buscando otro WC donde seguir con lo mío. La Plaza Mayor de Cáceres, que tiene más de 100 metros, la atravesé en menos de 9 segundos y me metí en un bar donde, al fondo a la derecha, estaban los servicios. Allí, una bruja con su escoba y la fregona me paró en seco diciendo “¡¡atrás, que está mojado!!” Como no era casa de ponerse a discutir, giré sobre mis pasos y volví a atravesar la plaza, pero esta vez sin batir el récord, porque me estorbaban los pantalones que ya los tenía a media pierna.

¡Increíble, pero cierto! Delante del baño otra señora, “clavaíta a la vieja d´l visillo”, con escoba y fregona. Pero entonces, amagué una hábil finta que le había visto hacer a Pelé en el Mundial del 66 y, cuando la bruja fue a taparme el hueco, yo me metí en el baño de señoras, cerré el pestillo y, solté tal andanada, que a la pérfida se le quitaron las ganas y se fue con su escoba a jorobar a otro prójimo menos ruidoso.

Media hora después, agotadas posiblemente todas las reservas líquidas de mi organismo noté cierta recuperación. Para compensar al dueño del bar, me tomé un café con churros y, de propina, dejé un duro de los de antes (más de un euro de los de ahora, que es lo que dejan los ministros).

Mis nuevos cuñados, con cara de haber disfrutado de su “orgía nupcial“ (eso dijo él) y mi mujer, que ya se había quitado el picardías, me estaban esperando junto al Gordini para seguir con “nuestro” viaje de novios y emprendimos ruta hacia Guadalupe, cuyo Monasterio, impresionante, es lugar venerado por todos los extremeños.

Debieron ser los churros, los baches de aquella carretera, el “espectacular” empuje de los 40 CV del Gordini o que aún no me había tomado un “Tanagel”, pero lo cierto es que, a mitad de camino, mis tripas volvieron a las andadas y tuve que dejar a mis acompañantes en el Gordini, en medio de la solanera, con el “aire acondisoplado” de sus abanicos y mi cuñado tirándole piedras a una higuera muy alta, mientras yo me escondía pudoroso detrás de unas carrascas dispuesto a aliviarme.

Después de toda una noche soltando lastre, lo de los churros fue breve, pero de pronto, sentí un dolor insoportable que me atenazó mis atributos masculinos. Y ahí, pensé… hasta aquí has llegado “Abuelete”, (la verdad es que en aquella fecha yo tenía 26 años, pero si digo mi nombre, lo mismo me reconoce mi suegra y me pide daños y perjuicios)…qué poco has disfrutado de la vida…mira que morir tan joven…ahora será otro el que, tras un breve luto, disfrute el picardías de tu señora. Y en esas estaba, en el adiós a la vida, convencido de que el origen de mi fallecimiento iba a ser la picadura de una serpiente letal, la “mamba negra extremeña”, por lo menos.

Angustiado, lancé una mirada de despedida a la zona donde había sufrido el mortal ataque y descubrí que una “hijaputa” de avispa era la causante de todos mis males. ¡¡O sea, que no me moría por ahora!! Se lo agradecí machacando su cabeza con mis dedos para que soltara mi prepucio y, con semejante hinchazón, comprobé sorprendido por que lo llaman “glande”.

Con la alegría, se me olvidó subirme los pantalones y fui corriendo hacia el Gordini a enseñarles el milagro. A mi mujer se le puso una carita de vicio que ni os cuento, a mi cuñada la descubrí mirando “aquello” haciendo como que se tapaba los ojos con los dedos entreabiertos y pensando que lo de su “churri” no era nada del otro mundo y a mi cuñado se le quedó una cara de envidia cochina que jamás me ha perdonado.

Aunque yo quería ponerme barro para que se me bajara la hinchazón, mi mujer me convenció para que aguantara hasta llegar al hotel de Guadalupe, donde pensaba aplicarme un “remedio infalible” y rezando para que “aquello” fuera crónico para siempre.

Aquel maravilloso Renault Dauphine Gordini lo vendí ese mismo año, porque después de “tropezarme” en la madrileña localidad de Getafe con un autobús lleno de trabajadores de la URALITA, el pobre se empeñaba en continuar recto en casi todas las curvas. Con la fama que tenía de “coche de las viudas” pensé que lo disfrutara otro y me compré un maravilloso R-8, con una pegatina atrás que decía “Atención, frenos de disco», con el que también me pasaron algunas cosas que ya os contaré.

P.D.: no os perdáis los “documentos” publicitarios que os adjunto del Gordini. Todos ellos son argentinos, en donde hay que reconocer que desarrollaban una “creatividad” realmente optimista respecto a las cualidades reales del coche.



Nota: Los precios reflejados en esta información corresponden a la fecha de publicación.

  • 10 comentarios

    • Uvedoce dijo:

      Impresionante. Hay que hacer una película con esto. Qué risa, amigo, qué risotadas. Muchas gracias.

      • El Abuelete del M3 dijo:

        Hola Uvedoce, me alegra que te haya divertido. No veas como me reía yo, viéndome ya a las puertas del Cielo y mi señora aquí, con el picardías…En cuanto a la película, la tendría que hacer otro de prota,hace mucho que pasaron los efectos y el «glande» ya no es tan «glande»(en chino).

    • MarianCavallino dijo:

      Prométeme que contarás la de las ardillas de… ¿De dónde eran? ¿De Sierra Morena?… No, eran de por cerca de Madrid, ¿no? Bueno, tú ya sabes.

      Angelicos…

    • MarianCavallino dijo:

      ¡De Ponferrada! ¡Las ardillas eran de Ponferrada!

    • El Abuelete del M3 dijo:

      ¡¡Hola Marian!! Te prometo que lo contaré «con pelos y señales…» Te adelanto que no puedo saber de donde eran, las ardillas no tienen DNI. Tampoco se puede descartar que fueran de Ponferrada, (hay gente que atraviesa mares y montañas siguiendo a Bruce Springsteen)lo que sí te puedo asegurar es que,mis bajadas de pantalones se representaban, cada mañana, en los pinares de la carretera de Navacerrada a Cotos.
      En pocos días publicaré la versión completa…

    • Charo dijo:

      !!!! POR FAVOR….!!!! TODAVÍA ESTOY LLORANDO DE RISA. !QUE MARAVILLA !

      !!! QUE BIEN ESCRIBES !!!

      • El Abuelete del M3 dijo:

        Gracias Charo, sin duda me sobrevaloras. Lo que ocurre es que,a estas alturas a uno le ha pasado de toó…y yo lo cuento.Celebro que te haya hecho reir un poco en estos tiempos en que hasta los elefantes lloran antes de recibir el último tiro .

    • CLEOPATRA Y SU BUGA. dijo:

      Abuelete,lo leí el día que empezábamos la travesía del Atlántico para irnos a las Vegas con el trirreme y a poco pierdo el Norte (se me cayó la brújula y la cogí en el aire)de tanto reirme. En confianza el Glande,¿sigue tan «glande»?
      ¡¡qué pena no haberte conocido hace medio siglo!! Mi Marcoantonio está muy cascao.Bueno, que me alegro de volver a veros. Besetes y saludetes de tu CLEO.

      • El Abuelete del M3 dijo:

        ¡¡Has regresado!! eres inmortal Cleo…No me explico porqué todo el mundo se ríe cuando relato lo que me pasó con la «serpiente/avispa» aquello dolía de c…por su proximidad a la zona afectada.Veo que has cogido la sutileza del «glande» que equivale a «grande», en chino cantonés.Para responder a tu curiosidad,»aquello», han pasado más de 40 años,ya regresó a su tamaño natural y ya solo queda un recuerdo del que me siento muy orgulloso y a mi señora, mucha nostalgia.Bueno Cleo, cuida a tu Marco Antonio y no dejes de visitarnos siempre que puedas.

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