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Senna vs Prost, el duelo permanente

Un relato de El Abuelete del M3 - 12 septiembre 2012

Duelo definitivo otra vez en Suzuka

El trazado de Suzuka había sido escenario el año anterior (1989) del decisivo enfrentamiento que acabó quitando a Senna lo que le dio a Prost, aquel título mundial origen de tanto enconamiento personal entre ellos.

Con estos antecedentes y la tensa rivalidad mostrada entre ambos a lo largo de la temporada, todo lo que habría de ocurrir en el GP de Japón era, en cierto modo, previsible. Con solo 11 puntos de diferencia, cualquier circunstancia que impidiera la entrada de Prost en meta convertía a Senna en campeón de 1990.

El piloto brasileño había solicitado, antes de que se disputaran los entrenamientos clasificatorios, que el “pole man” pudiera arrancar desde el lado más limpio de la pista (el izquierdo), aspecto que aportaba una mayor eficacia en la salida al tener más agarre los neumáticos. Tras realizar el mejor tiempo, los comisarios de la prueba alteraron el pacto establecido previamente sobre la posición de salida, pues el mismísimo Balestre, desde la sede de la FISA en París, había revocado el acuerdo, concediendo así la ventaja al segundo clasificado, Alain Prost (que saldría por el lado limpio).

El precedente del año anterior en este mismo circuito (a la inversa) estaba muy presente en el ánimo del brasileño y la nueva disposición de la parrilla de salida debió forzar en su fuero interno la predisposición al choque con Prost. Senna se sentía traicionado y su actitud previa a la salida era de concentración absoluta y total hermetismo.

Como era previsible, cuando se encendió el semáforo verde, Alain Prost hizo una salida impecable y ganó la posición a Senna, enfilado hacia la primera curva del trazado japonés. Con Prost abriéndose un poco para trazarla y Senna acelerando a fondo para alcanzar a su rival, el piloto francés no pudo evitar que el brasileño se colase en aquel hueco que había dejado en el interior. El McLaren tocó al Ferrari a gran velocidad y ambos coches acabaron fuera de la pista. Había quedado claro que Senna estaba dispuesto a ganar ese combate, aunque tuviera que recurrir a las mismas malas artes que, pensaba, le habían desposeído de su opción al título el año anterior.

Los dos bólidos, enganchados, inmóviles y los pilotos caminando en tensión hacia el punto de partida es una escena que todos hemos visto en repetidas ocasiones. Lo que pensaran uno y otro en aquel trayecto es algo que solo supieron ellos y es muy probable que, tras el incidente, el deseo de iniciar un cuerpo a cuerpo físico habitara la mente de uno y otro. Pero, como en la película de Ridley Scott, el duelo quedó aplazado en aquel momento y Ayrton Senna se proclamaba campeón del mundo de la Fórmula 1 por segunda vez.


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