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Senna y la suerte cambiante de las batallas

Un relato de El Abuelete del M3 - 17 agosto 2012

¡Juego duro! en Suzuka

La temporada 89 estaba llegando a su fin, salpicada toda ella por incidentes en los que, unos y otros, se acusaron de juego sucio y artimañas antideportivas que motivaron sanciones económicas, banderas negras y declaraciones nada amistosas, incluida la bronca con puñetazos y patadas que Mansell propinó al brasileño en Spa. Todo ello, preludio de lo que habría de acontecer entre Senna y Prost sobre el trazado japonés de Suzuka.

Ayrton Senna llegaba al Gran Premio de Japón con posibilidades de ganar el campeonato siempre que obtuviera la victoria. Senna no tenía otra alternativa y su gran rival lo sabía. Quizás por ello, antes de la carrera, Prost cometió la imprudencia de declarar:”Esta vez no voy a abrirle la puerta. A menudo le he dejado sitio cuando hemos estado en situaciones críticas, por evitar un accidente, pero no hoy, hoy voy a mantenerme firme”.

Cuánto había de predeterminación, sabiendo que el título era suyo si el brasileño no llegaba a la meta, es algo que solo el “Profesor” supo en todo momento.

Que Ayrton Senna llegaba a Japón dispuesto a darlo todo lo demostraba una vuelta mágica en la que consiguió una de las “poles” más vibrantes de las alcanzadas a lo largo de su carrera. Superar en 1,7 segundos a su rival más inmediato en igualdad de medios solo está al alcance de alguien predestinado a la gloria.

El brasileño mostraba su lado místico cuando afirmaba que leer la Biblia le “daba la fuerza necesaria para vencer” y, en ese trance, ”cuando me preparo para una vuelta de clasificación, acuden a mí, mi educación, mis convicciones, mis debilidades…”

“La concentración es fundamental y me entrego a ella lo más profundamente que puedo. Me aíslo de todo, en ese estado, soy capaz de alcanzar un nivel en el que voy por delante de mí mismo. Da igual que esté en plena curva, cambiando de marcha, acelerando o frenando, puedo en todo momento predecir lo que voy a encarar a continuación, de forma que puedo rectificar un error antes de que ocurra. Es como si una tensión eléctrica recorriese mi cuerpo. No es fácil de explicar… empleo todo lo que llevo dentro”.


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