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Leyendas del pasado II. Achille Varzi

Un relato de El Abuelete del M3 - 5 mayo 2013

Un italiano en Auto Union

En el año 1935 la industria del automóvil en Italia estaba pasando por un momento difícil y los coches italianos tuvieron que ceder el paso ante la pujante fuerza de los coches alemanes de Mercedes-Benz y Auto Union que, con la abundante ayuda del gobierno de Hitler, pasaron a dominar las carreras.

Achille Varzi recibió entonces una atractiva oferta económica de Auto Union y pasó a formar parte del equipo alemán. La afición italiana se sintió traicionada, pero el piloto sabía que la última versión del Auto Union Tipo B era un coche ganador. Creado por el ingeniero Ferdinand Porsche, su motor V16 de 4.956 centímetros cúbicos sobrealimentado mediante un compresor Roots desarrollaba 375 CV a 4.800 rpm y le permitía alcanzar una velocidad máxima que superaba los 300 km/h.

En su primera participación al volante de aquella maravilla de motor y tracción trasera, Varzi obtuvo la victoria por delante del Bugatti T59 de Jean Pierre Wimille y el Maserati 6C-34 de Philippe Étancelin. Era la VI edición del Grand Prix de Túnez de 1935 y el vencedor completó las 40 vueltas (504 km) en 3h 05m 40,2s, a una media de 162,9 km/h, aventajando al Bugatti oficial de Wimille en 3 minutos 49,6 segundos.

Con aquel triunfo, a Varzi se le abrieron las puertas de una época dorada llena de victorias y de gloria que nunca fueron fáciles.

El ambiente creado en torno a los Grand Prix de la época había llevado a la Italia de Mussolini a crear para el Gran Premio de Trípoli (Libia era entonces una colonia italiana) un circuito que, por sus características, resultaba el más rápido del campeonato, dando lugar a duelos espectaculares donde se alcanzaban velocidades casi “imposibles” (320 km/h).

El trazado del Autodromo de Mellaha tenía 13,1 km de recorrido entre la luz brillante del desierto y las palmeras, en donde se daba cita aquel despliegue de tecnología, ruido y furia encarnado en bólidos cada vez más rápidos y poderosos, formando un mosaico sobre la pista, definido por los colores de cada escudería y la estampa de unos pilotos protegidos por cascos y gafas de aviadores, dispuestos a volar sin alas en ese escenario irrepetible.

En aquel Gran Premio de Trípoli de 1935, el Auto Union de Achille Varzi hubo de enfrentarse a Tazio Nuvolari y Louis Chiron, con sus Alfa Romeo “Bi-motore” de la Scuderia Ferrari y también a la calidad de otros rivales como Luigi Fagioli y Rudolf Caracciola, ambos al volante de los potentes Mercedes W25 “Flechas de Plata” de ocho cilindros en línea, o Philippe Étancelin y Giuseppe Farina, a los mandos de los Maserati 6C-34.

Durante la carrera, Varzi se mostró como líder indiscutible hasta que se quedó sin neumáticos a cinco vueltas del final. En un alarde de eficacia, su equipo los cambió rápidamente y, con el nuevo calzado, inició una furiosa cabalgada que le permitió entrar en meta en segundo lugar, por detrás del Mercedes vencedor de Caracciola, que completó las 40 vueltas (524 km) a una media de 198 km/h.