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Ayrton Senna en el laberinto de 1993

Un relato de El Abuelete del M3 - 9 diciembre 2012

“Quizá deberías cambiar tu coche por el mío”

Lo ocurrido en el Gran Premio de Europa de 1993 aún tuvo mayor eco por lo ocurrido durante la rueda de prensa posterior, durante la cual, un exultante y locuaz Ayrton Senna explicó su brillante actuación en la clave mística emocional de los grandes momentos.

Cuando su rival, Alain Prost se disponía a exponer su opinión sobre las dificultades técnicas por él padecidas, se encontró con un displicente Senna que, entornando los ojos en muestra de aburrimiento, le espetó bostezando “quizá deberías cambiar tu coche por el mío”.

Aquella humillación innecesaria, en presencia de la prensa mundial, fue un golpe bajo y sucio que tensó hasta el infinito el arco del enfrentamiento entre dos grandes pilotos y feroces enemigos.

Sin embargo, pese a que el brasileño venció posteriormente en los Grandes Premios de Mónaco, Japón y Australia, la lógica se impuso y sus cinco victorias de la temporada resultaron insuficientes para frenar a Prost. El piloto francés, además de Suráfrica, también ganó los Grandes Premios en San Marino, España, Canadá, Francia, Gran Bretaña y Alemania. Su compañero en Williams, Damon Hill, lo hizo en Hungría, Bélgica e Italia, mientras que un joven Michael Schumacher se anotaba el triunfo en el Gran Premio de Portugal.

El veto de Flavio Briatore (Jefe del equipo Benetton), para que McLaren no pudiera disponer de los motores Ford de última generación que llevaban sus monoplazas (con contrato de exclusividad), hicieron que Ayrton Senna fuera incapaz de mantener el duelo en condiciones de igualdad a lo largo de la temporada de 1993. Así pues, fue Alain Prost quien alcanzó su cuarto título mundial, dejando, al retirarse, su asiento en Williams vacío, para que lo ocupara su rival. El largo duelo había terminado.

La tragedia que habría de llegar después demostraría que aquella confrontación habría trascendido del plano meramente deportivo, pero, pese a su enconamiento, aún había respetado en ambos contendientes el espacio interior suficiente para algunos gestos de reconciliación, en uno y otro.


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