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Niki Lauda vs James Hunt. II parte

Un relato de El Abuelete del M3 - 26 septiembre 2013

Próximo desafío… McLaren (1976)

Al finalizar la temporada de 1975, James Hunt consiguía puntuar en ocho de los catorce Grandes Premios disputados, obteniendo una victoria en el GP Holanda (Zandvoort) y la segunda posición de los Grandes Premios de Agentina (Buenos Aires), Francia (Paul Ricard) y Austria (Österreichring). Sumaba así 33 puntos que lo situaban en el cuarto lugar de la clasificación final, aunque muy alejado todavía del que sería pronto su máximo rival, Niki Lauda, que conseguía su primer título con 64,5 puntos, pilotando el Ferrari 312 T.

Pese a un resultado tan esperanzador, James Hunt se quedaba a pie al finalizar el año. Su joven jefe, Lord Hesketh, debía cerrar la “tienda” al haber gastado todo su dinero. Finalizaba también la juerga y el champán, pero quedaba la impronta de una forma de estar en esa hoguera de vanidades, sin la cual hoy día no se podría entender la Fórmula 1.

Entre tanto, Emerson Fittipaldi abandonaba el equipo McLaren para irse a Fittipaldi-Copersucar, un equipo brasileño creado por su hermano y también piloto, Wilson Fittipaldi. El entonces ya doble Campeón del Mundo se adentraba así en esta aventura romántica para hacer patria, sabiendo que renunciaría casi seguro a las primeras posiciones habituales.

Portada de libro "James Hunt against all odds".Con un asiento vacante, en McLaren necesitan un piloto con nombre y ese nombre acaba siendo James Hunt. Tienen el bólido campeón de las anteriores temporadas (McLaren M23) y el soporte financiero de una poderosa marca de cigarrillos, ofreciendo al piloto británico todo lo necesario para poder luchar por las victorias.

Según relata el propio Hunt en su libro, “James Hunt against all odds” (“James Hunt contra todos los elementos”), mientras esperaba la llamada que le había prometido el propio Fittipaldi si se decidía a dejar la escudería inglesa, le llegaron un par de propuestas, una de ellas del equipo Lotus: ”Mi conversación con ellos, después de tres horas totalmente perdidas, no consiguió llevar a su ánimo ni un ápice de sentido común. La filosofía de Lotus por aquella época consistía en pretender que sus pilotos considerasen un honor conducir sus coches gratis. Al final de aquel encuentro, ni siquiera me invitaron a comer y cuando, muerto de hambre, quise encontrar un sitio en donde satisfacer mi apetito, me quedé con las ganas. Era domingo y, en Londres, todos los restaurantes permanecen cerrados”.