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Porsche 911 Carrera S PDK

Escrito por: Víctor M. Fernández - 18 septiembre 2012

Marcando la referencia en eficacia y deportividad

Por encima de los logros obtenidos por los ingenieros de Porsche en materia de confort de marcha y funcionalidad en el uso cotidiano, el 911 Carrera S sigue siendo un deportivo de bandera, un coche envidiable en su comportamiento y cualidades dinámicas, toda un ejemplo en eficacia y agilidad de movimientos.

Su mayor distancia entre ejes (10 cm), mayor anchura de la vía delantera (52 mm), mayor rigidez torsional (un 25 %), aligeramiento de peso (en torno a 30 kg), trabajo en el apoyo aerodinámico a elevada velocidad (con un nuevo alerón trasero retráctil con incidencia variable en función de la velocidad) y las mejoras realizadas en la suspensión han permitido que el 911 siga siendo el deportivo de referencia entre los modelos de su categoría.

Por reacciones, no he apreciado grandes diferencias respecto al modelo al que sustituye, tan solo que nos permite rodar a velocidades de vértigo con una extraordinaria facilidad, además de incrementar su precisión de guiado en conducción exigente. El crítico reparto de pesos de anteriores generaciones del 911 pasó a la historia y el equilibrio dinámico a la hora de movernos entre curvas no puede resultar más satisfactorio.

Llevado hasta sus límites, el nuevo Carrera S mete el morro por donde apuntamos con el volante y apenas acusa el subviraje de las anteriores generaciones, ayudado por la nueva configuración de las suspensiones y por el excelente trabajo realizado por el “PTV Plus” que lleva de serie con el cambio “PDK”. El “Porsche Torque Vectoring Plus” podríamos definirlo como una especie de autoblocante activo que se encarga de optimizar el ángulo de guiñada del vehículo de manera que, cuando el coche entra en un leve subviraje (se va de morro) a la salida de la curva, solo hace falta seguir acelerando con fe, ya que el sistema se encarga de que el eje trasero redondee la curva lo necesario para meter el morro por donde marcamos con el volante.

Técnicamente es tan completo que requiere ciertos conocimientos de cómo trabaja mecánicamente para saber sacarle todo el partido dinámico. También es cierto que funciona de forma tan eficaz que únicamente percibimos que el coche se mete por donde queremos, con la máxima facilidad, aun sin saber qué es lo que está mecánicamente ocurriendo.