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Largo y cálido verano en la carretera

Un relato de El Abuelete del M3 - 16 agosto 2012

Mucho ha llovido desde que comenzó en España el fenómeno de la masificación del tráfico en carretera. Los que lo vivimos en su momento inicial, allá por los 60, estamos llegando por ley natural al final de la maravillosa aventura de la conducción. Yo soy uno de ellos y aunque por ahora conservo ciertas facultades, la misma pasión del primer día y quiero creer, “MUCHA CARRETERA POR DELANTE”, no soy ciego ni sordo, sé mirar alrededor, conozco mis propias limitaciones, trato de obrar en consecuencia y, a partir de ahí, me asusta y preocupa mucho de lo que veo.

Más de 40 años desde que se implantaron en España los primeros límites de velocidad y aún no hemos sido capaces de llegar a un punto de consenso que nos permita regular el asunto de una forma coherente. A 120/130 km/h nos permitían conducir sobre unas carreteras tercermundistas, con unos coches inseguros a cualquier velocidad. Y, a 120/130 estamos ahora, en pleno siglo veintiuno, discutiendo si aumentar 10 km/h el límite de velocidad en autopistas y autovías o reducir esos mismos 10 km/h en la red de carreteras nacionales. Esto último sería abocar a toda la sociedad al caos.

Décadas de estadísticas, multitud de sesudos y carísimos estudios “corta y pega” de internet, impresionantes avances en el comportamiento de los vehículos y notables mejoras en la red viaria nos han llevado al punto del que partimos. ¿Progreso, dónde está tu victoria?

Mientras, nos llegan noticias tan trágicas como la de ese accidente en el que han perecido seis personas despeñadas sobre el Canal de Castilla, un punto negro de los muchos aún existentes en nuestra red secundaria, un punto en el que jamás, pese a la negra estadística de víctimas del mismo, nadie (diputación, ayuntamientos o comunidad autónoma) se ha planteado en serio resolver eficazmente el problema. Las administraciones y las personas que las gestionan lavan su conciencia y su culpabilidad poniendo, cuando lo ponen, el consabido panel de “Tramo de concentración de accidentes”.

Ahora todo son muestras de solidaridad, días oficiales de luto en la fiesta local y aplausos póstumos a los féretros, pero el dragón continuará ahí y en miles de puntos parecidos, agazapado hasta la próxima.

Para los que estamos en esto del automóvil es motivo de frustración comprobar, año tras año, lo poco que se avanza realmente en el tema de la seguridad vial y lo desfasada que continúa estando la enseñanza teórica y práctica de la conducción.

¿Es que nadie enseña a los conductores que el comportamiento dinámico de los vehículos varía sustancialmente en función del nivel de ocupación y aumento de peso? ¿Nadie nos advierte que esos metros en que se puede alargar una frenada es la distancia entre la vida y la muerte?

Es cierto que en los últimos años han ido disminuyendo paulatinamente las cifras oficiales de víctimas del tráfico pero, no nos engañemos, mientras no entre de verdad en los planes de enseñanza la “Educación Vial” como asignatura obligatoria, mientras dicha asignatura sea un divertido paripé reducido a una o dos clases más o menos prácticas en las que los niños se lo pasarán pipa “conduciendo” un bonito kart en un bosque de señales para hacerles una bonita foto que pagarán los papis, el problema seguirá siendo de base.

Me asustaba la forma de actuación en materia de Tráfico del equipo de gobierno anterior y me preocupa la forma de actuación del equipo actual que, temeroso de caer en alguna trampa estadística que le perjudique por su repercusión política, airea un día sí y otro también la posibilidad de introducir cambios contradictorios, sin atacar lo fundamental.

Estoy plenamente convencido de que se podría elevar sustancialmente el límite de velocidad en multitud de espacios de autovía/autopista sin que ocurriera absolutamente nada dramático. A la vez, estoy plenamente convencido de que rebajar temporalmente de 100 a 90 km/h la velocidad máxima en las carreteras nacionales podría ser una medida eficaz, dado el grado de saturación que soporta dicha red y la inevitable reducción, por la crisis económica, de la inversión en su mantenimiento.

Sometidos como estamos a un régimen sancionador que parece buscar el fin recaudatorio antes que la racionalidad, me asusta y me preocupa, mucho, escuchar a diario que mediante el pago anual de una cuota, existan agencias de recursos de multas que parecen conocer y disfrutar de algún secreto “ungüento” para evitar que a cualquiera de nosotros, aunque seamos adictos a la violación sistemática de todas las normas, nos retiren el carnet. O las leyes están mal concebidas o el tufillo del chanchullo es inevitable, como en el caso de los certificados médicos para la renovación de permisos.

Me escandaliza que en plena era de la informática, con el ojo del Gran Hermano presente en nuestra vida diaria, algún capullo como ese político al que ahora están aplicando en Cuba “las de la ley” o algún honrado padre de familia que use el coche para lo que se usan los coches, pueda acumular e ignorar por falta de información y un absurdo sistema de notificaciones, tantas pérdidas de puntos como para retirarle el carnet en sus tres próximas vidas sin enterarse.

Por fin, me asusta el talibanismo que rezuma la posibilidad de reducir a “cero absoluto” la tasa de alcohol permitida. Por si ustedes no lo saben, enjuagarse la boca con LISTERINE les pondría al otro lado de la ley, al soplar daría exactamente 0,02 gramos de alcohol en sangre, eso sin haber “soplado” ni una “sin”. A mí me ha pasado y a Alberto Contador con un filete, cuestión de “picogramos” legales.

Feliz descanso y feliz regreso del “largo y cálido verano”.

  • 2 comentarios

    • Manolo dijo:

      Mientras tengamos los políticos que tenemos………., que no se ponen de acuerdo ni para tomar un café…….seguiremos con unos absurdos límites de velocidad ya sea en máxima o mínima según qué carreteras.
      Es inconcebible que los límites sean igual en autovías o autopistas de reciente construcción que los que se aplican a carreteras de trazados antiguos y no digamos ya de la red secundaria, autonómica, provincial o no sé qué más divisiones. Hasta la información de por qué carretera vás puede cambiar al salir de una provincia o comunidad autónoma. Un verdadero galimatias el que nos han montado con tanto político paniaguado y feliz con la mamandurria.
      En cuanto a la tasa de alcoholemia……… hay personas que sin dar por encima del límite van peor que los que lo rebasan. Todo depende del grado de asimilación de cada persona. Claro es que hay que establecer unos límites.
      El cálido verano que estamos pasando me da que va a afectar también a los «sesudos legisladores» y seguiremos igual. Volverán más cansados al tener que hacer las tareas domésticas.
      Saludos

    • El Abuelete del M3 dijo:

      Coincido con tus apreciaciones. Lo tenemos difícil de verdad porque en estos temas polémicos ningún politiquillo se atreve a entrar al fondo de la cuestión.
      Respecto al tema del alcohol y las drogas es absolutamente necesario establecer unos parámetros realistas para obtener resultados. Creo que alguien está aconsejando mal al ministro y es una pena. Ni cero/cero, ni tolerancia cómplice. Realismo y decisión para atajar el problema, pero esa es otra historia.