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Un Ferrari siempre apetece

Escrito por: Víctor M. Fernández - 30 julio 2014

01_Ferrari-458-Italia_2009Dicen que los dos días más felices de un hombre son el día que se compra su primer Ferrari y… el día que lo consigue vender (tras sufrir todos sus gastos de mantenimiento). Yo he de confesar que nunca he sido especialmente “Ferrarista” pero, un Ferrari, siempre apetece.

El primero en el que tuve ocasión de montar fue un Ferrari 328 GTB, aunque me quedé con eternas ganas de conducirlo. La mejorable ergonomía de su puesto de conducción (con los pedales por un lado y el volante por otro, posicionado muy horizontal) no parecía apropiada en un coche en el que las líneas exteriores te cautivaban al primer vistazo, pero el imponente sonido de su motor V8 te hacía olvidar todos los males en cuanto lo ponías en marcha (no pude más que maniobrar con él y comprobar su dureza de dirección).

Y por fin llegó el Ferrari F355 GTB que me “desvirgó”. Poco había mejorado el puesto de conducción, aquel cambio de marchas resultaba tosco en su accionamiento (te exigía precisión en el manejo de la palanca), su motor en disposición central le confería un comportamiento realmente peculiar que requería plena atención al volante y los frenos parecía que se habían declarado en huelga, pero… aquel sonido del V8 subiendo hasta 8.500 rpm, el “click, click, click” de la rejilla metálica del selector del cambio, el ambiente a cuero natural que allí se respiraba y el empuje de sus 380 CV te llevaban a otra dimensión sensorial en la conducción de un deportivo.

Poco después tuve ocasión de probar el mismo coche a fondo en el circuito de Fiorano. Fue durante la presentación de la primera caja de cambios robotizada “F1” (desarrollada directamente a partir de la experiencia de los monoplazas de Fórmula 1), que me maravilló por su funcionamiento, mucho más rápido que el cambio manual existente, por muy bien que lo accionara el piloto. Era el primer paso a lo que llegaría después, las cajas robotizadas de doble embrague.

04_Ferrari-550-Maranello_1996-2002Un buen día, me encontré también a los mandos del Ferrari 550 Maranello. Recuerdo que mi relación con aquel aparato fue “tensa” (por culpa de terceros), pero nuestro entendimiento mutuo fue perfecto desde el primer momento. De nuevo el embriagador “click, click, click” de la rejilla metálica del cambio manual, su motor 5.5 V12 de 485 CV empujando como una bestia, los frenos “de vacaciones” y un chasis con una puesta a punto exquisita, que permitía guiar aquella máquina por donde uno quería, con mucha más precisión de lo que aparentaban sus dimensiones y una progresividad sobresaliente en sus movimientos.

También puedo decir que cayó entre mis manos un Ferrari F40… pero eso es una simpática historia que merece la pena que os la cuente otro día, con más detalle.

Además puedo decir que yo he sido “piloto Ferrari” puesto que, en la temporada 2004, hice dos carreras a los mandos de un Ferrari 360 Modena N-GT. Los resultados no acompañaron, pues la precipitación del acuerdo, la carencia de “propi morr” y la falta de puesta a punto del coche impidieron que aquel bólido y yo brilláramos a la altura que ambos merecíamos.

Entre tanto, había tenido también la ocasión de disfrutar a los mandos de un Ferrari 360 Spider (400 CV), del que tan solo recuerdo que se retorcía más de la cuenta en las exigentes curvas del circuito del Jarama, haciéndolo complicado de conducir rápido, poco predecible en su comportamiento y muy exigente en todo momento.

08_Ferrari-F430_2004-2009Todo lo contrario que el Ferrari F430 (490 CV), toda una delicia al volante, un coche que transmite, que te cuenta lo que está pasando, que te permite disfrutar de la conducción en su esencia… el primer “berlinetta” de la marca que me ha parecido más asequible en su manejo, siempre y cuando no queramos buscarle las cosquillas al límite.

Pero, lo del Ferrari 458 Italia ya se encuentra en otra dimensión. El poderío de su motor V8 de 570 CV, su imponente sonido cuando lo subimos hasta 9.000 rpm, su puesto de conducción completamente ergonómico, el rapidísimo cambio robotizado de doble embrague, los potentes frenos carbono cerámicos y un chasis simplemente espectacular nos sitúa en la esencia pura de la conducción, un coche capaz de llevarnos muy rápido, rapidísimo, con la sensación de que todavía queda mucho por explorar para llegar hasta sus límites físicos, quizá la “máquina definitiva”.

La verdad es que no puedo discutir que cada Ferrari es un mundo de sensaciones y su conducción es una de esas experiencias que recomiendo hacer, al menos, una vez en la vida (empresas como Fórmula GT lo ponen a nuestro alcance por un módico precio).

Y es que… un Ferrari siempre apetece.

NOTA: recientemente he tenido la ocasión de colaborar en un vídeo sobre el Ferrari 458 Italia para “Pasión por conducir”, así que no te lo pierdas 😉

10_Video-Ferrari-458-Italia

  • 2 comentarios

    • differentcars dijo:

      Solo he conducido un ferrari una vez y fue con un regalo que me hicieron de experiencia ferrari en un circuito, y realmente es algo de otro nivel, ya no solo por la velocidad que puede coger, sino por la comodidad, el saber estar y el porte que tiene el automobil.

      Recomiendo a todo el mundo que lo pruebe aunque sea una vez en la vida, es muy recomendable!

    • El Abuelete del M3 dijo:

      El Abuelete, además, recomienda no olvidarse del Euromillón ninguna semana, ya sabemos que la probabilidad es 0,0000000001, pero mira que si te cae la Suerte y no estás!!Un Ferrari justifica el esfuerzo…